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Relaciones

Qué hacer con la soledad

En lugar de ocultar esos sentimientos vacíos, esto es lo que hay que hacer con la soledad…

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Por Ahleyne Seitz

Me he sentido sola sentada en mi coche en un semáforo, con la radio a todo volumen y las ventanillas bajadas. Lo he sentido en una habitación atestado de gente, rodeada de risas y amigos. Lo he sentido en medio de la noche, también en mis sueños y cuando me despierto de golpe en la oscuridad.

Soledad. Es un sentimiento que nos es familiar a todos.

El sentimiento de soledad se puede convertir en miedo a la soledad. Y el miedo a la soledad puede convertirse en evitar la soledad. Y al final acabas enviando 1.000 textos por día, ahogando tus sentimientos en el alcohol o videojuego, o saliendo con personas que no conoces —todo como consecuencia de no querer estar solo ni un minuto en este mundo. O quizás hagas lo opuesto: te encierras en tu habitación e ignoras al mundo por completo para evitar relacionarte con la gente. Una vez que te sientes solo, es prácticamente imposible salir de la soledad, porque estás… solo.

El proverbio dice: “Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría”.1 Cada uno de nosotros está fundamentalmente separado de todos los demás seres humanos y, aunque nos podamos entender, hasta cierto punto, seguiremos sintiendo esa separación. Nadie realmente entiende cómo es ser tú. Independientemente de cuál es tu reacción, la soledad puede ser un gran y doloroso problema para todos nosotros.

¿Qué causa la soledad?

¿Alguna vez te has preguntado de qué estamos hechos? La Biblia explica que Dios nos diseñó para estar conectados, en comunidad. A menudo, idealizamos las relaciones románticas e incluso las amistades, pensando que, si solo encontrásemos a la persona correcta, jamás estaríamos solos. Pero la soledad se puede encontrar incluso en hombres y mujeres felizmente casados. No solo fuimos diseñados para estar conectados con otros seres humanos, también fuimos diseñados para estar en comunión con Dios. Ni siquiera la riqueza, los logros y honores bastan para alejarnos de la soledad. La cultura pop está llena de ejemplos, el divorcio, el suicidio y el consumo de drogas que plaga el paisaje de Hollywood. También hay historias en la Biblia que hablan tanto de personas que lo poseían todo y aun así se sentían solos, y de personas que no tenían nada, pero encontraron lo que necesitaban al acercase a Dios.

Salomón fue rey de Israel a quien Dios le confirió sabiduría. Literalmente lo tenía todo: montones de oro, un palacio gigante y cientos de esposas y concubinas. ¡Uno pensaría que Salomón era el hombre más contento del mundo! Pero escribió un libro sobre lo inútil que es la vida. “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.”2 ¡Uno puede percibir su soledad y desesperación en esa afirmación!

En comparación, un día cuando Jesús estaba caminando por una ciudad, se encontró con un hombre leproso. La lepra era diez veces más alarmante que ahora. La gente estaba aterrada de contagiarse. Los leprosos eran marginados y rechazados, a menudo abandonados por amigos y familiares teniendo que rogar por algo de comer en las esquinas. Imagina a este leproso en particular, sentado en el polvo y la suciedad, ignorado por todos lo que pasaban. No tenía dinero ni a quien recurrir. Se levantó, se acercó a Jesús, cayó sobre sus rodillas en la calle y le pidió ser limpio. Jesús tocó al leproso - una persona que probablemente no fue tocada por otro ser humano en años - y lo curó. El hombre ahora socialmente aceptado, estaba eufórico y andaba contándoselo a todos, a pesar de que Jesús le había indicado lo contrario. Su vida cobró alegría y sentido, a pesar del hecho que no tenía nada ni a nadie. ¿Qué cambió tanto en la vida de este antiguo marginado? Una breve interacción con Jesús.

We weren’t made to be lonely

Fuimos creados para tener una relación con Dios.

Es lo único que puede sacarnos de nuestra soledad, porque es el vínculo por el cual fuimos diseñados. Esa sola interacción con Jesús, que es Dios, trajo significado, bienestar y alegría a la vida de ese leproso; mientras que, toda las joyas, oro y mujeres en el mundo no le aportó sentido a la vida de Salomón. Tener una relación con Dios lo cambia todo, es la respuesta a nuestro problema de soledad.

Dicho esto, al entablar una relación con Dios, ¿nos libramos del sentimiento de soledad durante resto de nuestra vida? No. Dicho en pocas palabras, el sistema está quebrado. Nuestro mundo está dañado. Estamos separados de Dios por nuestros pecados, nuestro deseo de vivir separados de Dios. En este mundo, no podemos experimentar la vida de la manera que estaba destinada a ser: sin soledad, maldad, tristeza o miedo.

¿Y ahora qué?

A pesar del hecho que la soledad es parte de la realidad del ser humano, sin una cura inmediata, hay dos cosas que pueden ser de ayuda aquí y ahora.

La comunidad: cómo lidiar con la soledad

Dado que fuimos creados para entablar conexiones, una parte importante de lidiar con la soledad consiste en vivir en comunidad. Ningún amigo evitará en el futuro que te sientas solo, pero cuando cuentas con gente a tu alrededor que se preocupan por ti y por quién eres (no por tu cuerpo, habilidades, dinero, o capacidad de consumir alcohol) te puede ayudar a sentir que realmente no estás solo.

De hecho, la ciencia lo avala: cuantos más amigos tienes y más conectado estás, mejor es tu salud. Todo lo que tienes que buscar en Google es: “Beneficios de la amistad para la salud". Brene Brown, una investigadora y experta en la interacción humana, lo explica de esta manera: “Defino conexión como la energía que existe entre las personas cuando se sienten vistas, escuchadas y valoradas; cuando pueden dar y recibir sin juicio; y cuando obtienen sustento y fuerza de la relación." Compartir tu vida con personas que te aman te ayuda a ver más allá de tu propia perspectiva y aporta sentido a tu vida, recuerdos que son de ayuda en los momentos de soledad.

Alguien que entiende tu soledad

A veces es difícil entender cómo creer en un Dios que no se ve puede ayudarte a sentirte menos solo un viernes por la noche. Pero la Biblia dice que Dios nunca abandona a sus hijos, y está cerca de todos los que llaman su nombre. Dios te ama y desea tener una relación contigo. ¡Quiere que acudas a él cuando estés solo!

No solo eso, lo entiende. Cuando Jesús atravesaba las peores horas de su vida y a punto de ser sacrificado, sus amigos lo abandonaron e incluso fingieron que no lo conocían. Jesús sabe lo que es ser un ser humano solitario. La Biblia dice: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido”.3 ¿Qué sentirías si supieras que no estás solo en tus momentos de mayor soledad? ¡Dios que te creó está contigo y nunca te abandonará!

Es para ti

El pecado que nos separó de vivir en un mundo carente de soledad es lo que ahora nos mantiene alejados de Dios. No importa lo bueno que eres o lo duro que lo intentas, no puedes vencer esa separación. Dios envió a Jesús a la tierra para restaurar nuestra relación con él —la Biblia dice que Jesús vino a sanar a los quebrantados de corazón. Jesús, el hijo perfecto de Dios, murió por nuestros pecados para que pudieras estar limpio como el leproso; ya no eres un marginado o un rechazado, sino un hijo de Dios. Tim Keller, pastor y escritor, dijo esto sobre cómo nos ve Dios: “"Los únicos ojos en el universo que pueden verte hasta el fondo, amarte hasta el cielo." Dios ve tus peores momentos y te ama igual, quiere que te acerques a él.

Dios dice que tener una relación con él es como una amistad. Escucha nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros miedos, nuestras luchas. Y guía nuestra vida y decisiones.

Su presencia está siempre con nosotros. Dios promete "nunca dejarnos" y "jamás abandonarnos”. “Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino”.4

¿Te gustaría iniciar una relación con Dios y dejar que te ayude en tus momentos de soledad? Puedes hacerlo ahora mismo creyendo en él y aceptándolo en tu vida a través de la oración, que simplemente es hablar con Dios. Dios te conoce a ti y a tu corazón, de manera que las palabras no importan tanto como la actitud al pronunciarlas. Aquí tienes una oración sugerida:

Señor Jesús quiero conocerte personalmente. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Te abro la puerta de mi vida y te pido que entres en ella como Señor y Salvador. Toma el control de mi vida. Gracias por perdonar mis pecados y darme la vida eterna. Gracias por estar conmigo y por afirmar que jamás me dejarás. Ayúdame a sentir tu presencia.

 INVITÉ A JESUS A ENTRAR EN MI VIDA (A CONTINUACIÓN INFORMACIÓN IMPORTANTE)…
 ME GUSTARÍA INVITAR A JESUS A ENTRAR EN MI VIDA, PERO NECESITO MAS INFORMACIÓN…
 TENGO UNA PREGUNTA…

Notas al pie: (1) Proverbios 14:10; (2) Eclesiastés 2:11; (3) Salmo 34:18; (4) Salmo 25:9


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